XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

La red de los sentimientos

Julia Nieto, 16 años

                  Colegio Zalima (Córdoba)    

El corazón contiene una mezcla de sentimientos. Todos tienen un sentido, cumplen una función; no van a lo loco, sin ton ni son. Cada uno va ligado a un recuerdo, a una cosa, a otra persona... De hecho, nos movemos gracias a una red de pequeños cables imaginarios conectados a algo que hace que nos activemos: al encontrarnos con algo especial (una persona, un recuerdo…), el mecanismo de lo sensible se pone en marcha.

Nuestros sentimientos más fuertes son aquellos que nos despiertan los demás. Además, dicen que el roce hace el cariño. No somos pocos los que nos encariñamos muy fácilmente.

A quienes más cerca tienes, es a los que más quieres. Cualquier cosa que les ocurra, crea un efecto en ti. Tanto podemos llegar a ligarnos a ellos, que llega un punto en el que lloras cuando ellos lloran, ríes cuando ellos se ríen y te alegras por sus logros tanto o más que ellos mismos.

¿Quién no ha perdido a alguien que amaba? Entonces parece que el alma se nos rompe, que el corazón se te hace pequeño y todo nos evoca a quien ya no está.

Gracias a Dios, el pequeño pero resistente cable emocional que nos unía a esa persona se mantiene. Con la ayuda de aquellas personas que también estaban conectadas al difunto, a las que también nosotros estamos ligados, se crea un vínculo tan intenso que el amor permanece.

Otras veces, las conexiones que teníamos con ciertas personas se debilitan. Pero debilitarse no es lo mismo que romperse. Con los amigos a los que por un tiempo estuviste muy ligado, siempre vas a mantener cierto cariño. ¡Así somos los hombres!

Estos sentimientos y conexiones nos separan de los animales, la consecuencia más directa de nuestra racionalidad y los que nos mueve a mejorar y hacernos más fuertes, porque son los buenos sentimientos los que cuajan a la persona, que debe cuidarlos ante las adversidades para que no se debiliten.