XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

La venganza

Carmen Rodríguez Baleato, 16 años

                  Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría)    

La noche era oscura porque el cielo estaba cerrado por un muro de nubes. Un viento frío barría el monte, sacudiendo las ramas desnudas de los árboles. Sentía el cuerpo agarrotado, tenso por el miedo, como si sus miembros se quisieran rebelar contra un loco propósito de venganza. Pero tenía la determinación de seguir adelante, de que ni siquiera la rigidez de su cuerpo le impidiera concluir aquel propósito.

Logró divisar una casa; la conocía a la perfección. Había planeado esa noche tantas veces… Era su última oportunidad para hacer justicia.

Sacó el revólver de su marido y se aproximó lentamente a la ventana trasera. Utilizó un pañuelo para deshacerse de la suciedad del cristal y apuntó hacia el interior de una de las habitaciones. Dos lágrimas brotaron de sus ojos. Lágrimas de dolor, fruto del más desgarrador sufrimiento: la pérdida de su hijo. No se le borraba de la cabeza aquel día. ¡Cómo olvidarlo!... Un coche de cristales tintados circulaba a toda velocidad y tan solo en un instante, arrebató la vida de su pequeño.

Habían pasado cinco años. Su marido la animaba a pasar página y a encontrar la paz de una vez por todas. Había sido un accidente. Pero ella no conseguía perdonar.

Iba a apretar el gatillo; aquel hombre merecía morir. Le miró una vez más para reafirmar su decisión.

En el interior de la casa, un señor robusto cenaba con los que parecían ser su mujer y sus tres hijos. Charlaban alegremente.

Desde la ventana clavó la mirada en aquellos niños y en la madre. ¿Debían padecer las consecuencias de su venganza? Imaginó por un instante la agonía de aquella familia. La comparó con la que ella cargaba.

No podía hacerles eso… No podía convertirse en alguien despreciable... No podía ser una asesina…

Tiró el arma al suelo y se alejó lentamente.

En casa la esperaban su marido y sus dos hijas para cenar.