XII Edición
Curso 2015 - 2016
Los chicos (no) lloran
Laura Castelblanque, 17 años
Colegio Vilavella (Valencia)
Para nosotras, adolescentes, los chicos están estereotipados. El código masculino dicta que tienen que ser fuertes y ganarse el respeto de los demás a base de imponerse; ser siempre valientes y seguros de sí mismos. Los chicos no pueden tener miedo, deben ser “tipos duros”. Y cuando alguno no cumple alguno de estos requisitos, se convierte automáticamente en el punto de mira: se le considera débil y entre los suyos es motivo de burla.
Sin embargo, este estereotipo no puede estar más equivocado. Los chicos también son inseguros, también dependen del espejo y sufren al sentirse juzgados constantemente por los demás. Ellos dudan de sí mismos aunque quieran aparentar lo contrario. Los chicos tienen miedo, natural, y siempre lo han tenido.
A veces nos olvidamos de que tan sólo son eso: chicos. No pueden ser valientes todo el tiempo ni evitar el temor, y no pueden porque la inseguridad es algo humano. Por eso me parece absurdo que los casos de acoso a chicos que se muestran más sensibles que el resto hayan aumentado de forma tan desmesurada. De hecho, esos abusos me parecen una gran ironía: chicos que se avergüenzan y ocultan sus debilidades bajo una imagen de macho dominante, metiéndose con chicos que, por el contrario, las aceptan y se muestran tal como son, lo que me hace pensar que lo que estos matones están diciendo no es: “deja de ser débil y sé un hombre”, sino, más bien, “tío, deja de mostrar nuestras debilidades o nos acabarás delatando a todos”.
Efectivamente, hay chicos empeñados en mantener esa imagen ficticia del hombre fuerte y perfecto. Incluso las chicas llegan a abrazar parte de las burlas con las que ellos acosan, quizás porque prefieren creer en esa imagen masculina que compensará la balanza. Porque claro, las chicas sí podemos ser inseguras en público, tener miedo o llorar. Y podemos porque eso son cosas de chicas. Desgraciadamente, esto es así: los chicos de azul y las chicas de rosa.
Deberíamos dejar las etiquetas a un lado, de una vez por todas. Todos sufrimos (unos en silencio, otros hacen más ruido), pero nadie se libra. Porque el miedo, la ansiedad o las inseguridades no entienden de sexos. Porque la verdad es, queramos o no admitirla, que los chicos sí lloran.