XIX Edición

Curso 2022 - 2023

Alejandro Quintana

Más allá del
campo de juego 

Gabriel Alcaraz, 16 años

Colegio IALE (Valencia)

Tenía cuatro años cuando España ganó el Mundial de fútbol en Sudáfrica, por lo que mis recuerdos de aquella competición son más bien brumosos. Sin embargo, tengo latentes las emociones que se vivían en mi familia cuando nos sentábamos a ver por televisión cada partido de la selección nacional. Por aquel entonces vivíamos en Málaga (lo que singulariza de alguna manera aquella etapa temprana de mi vida), en una casa con un salón pintado de blanco, en el que debieron quedarse impresos los alaridos de mi padre y de mi abuelo cada vez que España metía un gol.

La afición se me aquilató gracias al Real Madrid, equipo al que por tradición familiar me siento vinculado. Si podemos, no nos perdemos un solo encuentro transmitido por la tele. Los vivimos con la misma intensidad que si estuviésemos en el estadio. Por eso, las nueve de la noche de los sábados es mi hora favorita de la semana: al escuchar el reloj, nos sentamos alrededor de una cena fría dispuestos a disfrutar de cada minuto del encuentro.

Tenía siete años la primera vez que fui a un estadio de fútbol, acompañado por mi padre y un tío. El Real Madrid escogió a unos cuantos niños –yo entre ellos– para pisar el césped y hacerse una foto con los jugadores. Me habían atrapado los nervios de tal manera, que no fui consciente de que me encontraba a pocos metros de los mejores futbolistas del mundo. 

Uno de los días más bonitos de mi infancia coincidió con la final de la Copa de Europa, que disputó el Real Madrid con un equipo de su misma ciudad, el Atlético de Madrid. Invitamos a varias familias amigas a pasar la jornada en casa y, por la noche, presenciar juntos la final. Cuando finalizó el partido y ganamos, todos saltamos de felicidad.

Hace unos años conseguí hacerme con una camiseta del Real Madrid firmada por mi jugador favorito de esa época, Isco Alarcón. Mi padre la consiguió gracias a una persona cercana al futbolista. No solo la conservo, sino que es uno de mis objetos más preciados. Así que, como dejo ver en este artículo, para mí el fútbol no solo es lo ocurre en el campo de juego sino todo lo que me hace disfrutar junto a mi gente.