XIX Edición

Curso 2022 - 2023

Alejandro Quintana

Mi héroe es un gato  

Jimena Rosique Gutiérrez, 15 años

Colegio Altozano (Alicante)

No sabría contestar con exactitud cuándo lo vi por primera vez, pero sí describir las emociones que me produjo. 

Desde niña empatizo con los personajes ficticios de los libros y las películas. No me refiero a los que actúan en el género fantástico, género que me propuse no leer bajo ningún concepto, ya que me gustado más la novela policiaca.  

Es muy popular la fábula de “La gallina de los huevos de oro”. Cuando me enteré de que se iba a hacer una película de animación acerca de aquel relato, concluí qué no tiene sentido dedicar un minuto a un argumento que se conoce de principio a final. No obstante, llegó el momento en el que me senté en el sofá con mi familia, y una de mis hermanas le dio al botón de inicio. La pantalla se llenó de colores y, hora y media después, no me quedó sino retractarme. La gallina era una oca y venía acompañada por el gato con botas, ejemplar que me acompaña desde entonces. Aunque pueda parecer un personaje diseñado para los niños, le rodea una aureola que me hace quererlo como si existiera y fuese mi amigo.

Quizá sea por la humanidad que esconde detrás de su aspecto de peludo animal. Este gato siente rencor hacia su amigo –Humpty Dumpty–, es cobarde porque huye cuando no sabe enfrentarse a una situación compleja, pero también aprovecha el paso del tiempo para cambiar a mejor y, además, le gusta el gazpacho. A lo mejor es porque es español –como yo–, o porque tiene una espada que cualquiera querría, calza unas botas envidiables y una pluma amarilla le da un toque de elegancia a su sombrero. Probablemente sea su sentido del humor, la manera en la que habla –que me hace recordar a mí amada yaya–, la madurez con la que se arrepiente de sus malas obras, su disposición a confiar en los demás…  

Podría pasarme horas hablando del trasfondo de este protagonista felino. Me ha hecho ver cosas que no llegaba a comprender del todo, y me ha enseñado a perdonar a aquellos que merecen un perdón y una segunda oportunidad. Con sus aventuras me enseñó la importancia que tiene apreciar la única vida que nos queda y que si alguien nos ama, será honesto con nosotros y aceptará nuestras disculpas. 

Él mismo se refiere a sí mismo como un <<valiente>>. Bajo mi punto de vista, acierta en el diagnóstico. Empezó siendo un bandido –desde el punto de vista antropológico, era un gato que hacía daño a los demás– y terminó siendo el ídolo que todos admiramos –llega a representar el momento en el que los seres humanos decidimos cambiar y hacer el bien–. 

El pasado jueves, en el colegio, tuve la ocasión de leer la historia de “El Gato con botas” a las alumnas de siete años. Antes me dieron a conocer cuánto sabían sobre este minino y lo <<chulo>> que es –en palabras de una de ellas–. Desde luego, es un personaje antiguo pero revivido una y otra vez, un héroe que cala en muchas infancias, y en la mía, aunque ya no sea una niña.