IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

No es un superéroe
cualquiera

Marina de Brito, 16 años

                 Colegio Montealto (Madrid)  

Mi padre es un superhéroe, pero no lleva mallas con el objetivo de marcar músculos. Tampoco se pone una capa a la espalda ni posee rayos X en la vista que cubrirse con gafas de sol. Nada de eso; más bien al contrario su disfraz es una traje de chaqueta que aprieta lo justo para que no se caigan los pantalones. No necesita maillots para que se vea que es fuerte y lo más parecido a una capa es su corbata. Sus gafas, a excepción del verano, son para leer.

Lo que hace a un superhéroe son sus poderes. El de mi padre es su corazón, el más grande que uno pueda imaginar. Además, los superhéroes poseen virtudes. La de mi padre consiste en cuidar de sus hijas y realizar su trabajo de la mejor manera posible. Su labor consiste en contratar a los empleados de su empresa. Si en alguna ocasión tiene que despedirlos, lo hace con delicadeza, aunque no es fácil.

Sus obligaciones -a diferencia de los superhéroes- no se resumen en salir todas las noches a pasear por las calles y “rescatar” al primer transeúnte que grite de forma alarmante. Por lo general, suele quedarse en casa y disfrutar del tiempo libre con sus hijas y esposa.

En vez de creerse un dios, le reza a Dios, propuesta más efectiva para “salvar” a la gente. Y no necesita la fama para sentirse querido o tomar sus decisiones. Su máximo impulso y motivación de cada día es el cariño de los suyos.

Para reafirmar su espíritu de héroe está su profesión, la abogacía, que nos deja clara su pasión por defender a los necesitados, a los inocentes. Él es un superhéroe por su valentía, por afrontar las cosas más como un reto que como un problema. Es honesto; me resultaría extraño oírle mentir. Y ama la vida.

Mi padre es un superhéroe de calidad.