IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

Película y realidad

Carlos Diz, 16 años

                  Colegio Tabladilla (Sevilla)  

Me desperté a media noche. Mi cabeza daba vueltas a la película de terror que hacía unas horas había visto con mis amigos. Le estuve dando vueltas a tantas formas de morir como los protagonistas habían experimentado. Pensé en el asesino, en su aspecto, en sus ojos desafiantes, en su falta de piedad…

Entonces percibí que se abría la puerta del cuarto de baño de la planta baja. Conozco el peculiar chirrido de sus bisagras… Acto seguido, paso a paso, alguien subía la escalera.

Me eché a temblar. No me atrevía a salir de la cama. Pero todo se volvió silencio y creí haber sido presa de mi imaginación. El tiempo se me hizo eterno y, para cuando me quise dar cuenta, me había quedado de nuevo dormido.

Cuando abrí los ojos, era de día. Tras desperezarme, me levanté para dirigirme al cuarto de baño de la planta baja. Allí me iba a asear, dispuesto a continuar la rutina del colegio.

De repente se me vinieron a la mente las imágenes de la película y recordé los ruidos de la noche. Bajé la escalera con cautela, observando cada rincón en busca de algún intruso.

Cuándo me estaba duchando, me reí de mis miedos.

Volví a mi habitación para vestirme. Al abrir las puertas del armario apareció mi pequeña perra, que me hizo mirar sus cabriolas sobre el suelo; es su forma de dar los buenos días... Miré de nuevo al armario y me quedé pálido. No pude moverme. En su interior estaba el cadáver de mi hermano. Me encomendé a Dios con la cabeza presa en el rostro del asesino de la película.

Miré hacia atrás: él estaba ahí.