IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

Pequeño descubrimiento

Alberto Broseta, 14 años

                 Colegio Iale (Valencia)  

Fue hace tan solo unos días, cuando empecé a participar en este curioso e interesante mundo. Sé que a mucha gente deberá sorprenderle que alguien como yo, un chico de apenas catorce años, se sienta entusiasmado de un día para otro con algo aparentemente tan ajeno a las diversiones que suelen ponérsenos a los adolescentes en las manos. Permítanme que les cuente…

Cuando me enteré de que mi madre me había apuntado a las clases de teatro que organiza mi colegio, pensé que se trataba de algo muy poco atractivo, aburrido sin duda, así que me enfadé con ella. Pero mi madre utilizó la mejor de sus didácticas para explicarme que interpretar me vendría muy bien, ya que soy un muchacho algo tímido.

Así que comprenderán que al llegar a la primera clase, me sintiera completamente aterrado. Por otro lado, no sabía quiénes serían mis compañeros, hasta que poco a poco fui ganando en confianza gracias a los juegos que hacíamos juntos antes de comenzar a interpretar. ¡Quién me lo iba a decir! Nada más pisar el escenario por primera vez, me sentí el rey del mundo.

Mi primera representación teatral no fue, claro está, un papel de protagonista. Me tuve que conformar con una breve improvisación, pero reconozco que lo hice mejor de lo que pensaba: yo, que nunca he sido una persona demasiado espontánea, conseguí meterme en mi papel, tanto que llegué a creérmelo por completo.

Al finalizar la primera clase, el profesor me felicitó y me animó a seguir. Asentí al confesarle lo nervioso y asustado que llegué a encontrarme antes de empezar. Él sonrío y exclamó:

-¿De verdad…? ¡Con lo bien que lo has hecho!

Ahí, definitivamente, me di cuenta de que acababa de encontrar una nueva vocación.