XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

Prejuicios

Sofía Torrellas, 15 años

                 Colegio Canigó (Barcelona)    

Hace unas semanas me encontraba en el portal, esperando que bajara el ascensor para subir a mi casa cuando apareció uno de mis vecinos, Marcos. Es guitarrista, lo que en resumidas cuentas quiere decir que se pasa todo el santo día tocando ese instrumento. Pero no preciosas canciones y punteados que son agradables al oído. No, qué va… Lo suyo es el heavy metal, una música estridente y ensordecedora.

Marcos me saludó con un gesto de cabeza y se alejó hacia las escaleras. Sin darme cuenta, empecé a pensar en él. ¿Estaría casado?... ¿Tendría hijos?... Seguramente no, porque las pocas veces que le veía por el edificio iba solo. Y además, si fuera padre… ¡Pobres de sus hijos! Tendrían los tímpanos destrozados y los nervios a flor de piel.

<<Lo más seguro es que no trabaje>>, cavilé al abrir la puerta del ascensor. <<Se pasará el día con sus amigotes haciendo yo qué sé qué>>.

Cuando llegué a mi casa y me dispuse a guardar la compra, arrancó la guitarra. Estaba hasta la coronilla del “artista”.

<<En la reunión de vecinos del próximo martes voy a plantear este asunto. Haré que se eleve una protesta de todos los vecinos. Llamaremos a la policía… Y como nunca viene a las reuniones de la comunidad, no me será muy difícil convencerles>>.

Llegó el martes y nos reunimos todos en casa del presidente, Juan, en el sexto. En el ascensor me había encontrado con Teresa, del segundo. Es una chica muy agradable que estudia ingeniería. Subimos juntas charlando de lo difícil que hoy en día resulta encontrar un trabajo. Rosalía, la mujer de Juan, nos abrió la puerta y nos condujo al salón, en donde estaban todos los miembros del vecindario, excepto Marcos, claro.

Tras hablar durante un rato de la última avería del ascensor, de la próxima restauración de la fachada, planteé mi queja. Todos en la sala me mimaron con extrañeza. Nadie dijo nada durante un rato que se me hizo eterno.

-Carla, si alguna vez te hubieses molestado en hablar Marcos, al que tú llamas “maleducado” –Juan había tomado la palabra-, sabrías que es miembro de la banda “People of the world”, que ayuda a las personas necesitas de la ciudad con el dinero que recaudan en sus conciertos. Además, practica tantas horas porque está intentando conseguir una beca para acceder a una universidad extranjera. Y si nunca viene a las reuniones es porque a estas horas tiene ensayo con su grupo. Así que, por favor, deja de juzgarle.

Me quedé muda de asombro.

Esa misma noche toqué el timbre de Marcos. Aunque me recibió con extrañeza, tuvo que escuchar mis disculpas por haberle ninguneado hasta entonces. Me invitó a pasar, me enseñó la famosa guitarra y me entregó unas entradas para su próximo concierto.