IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

Quién maneja el aparatito
Almudena Molina, 16 años

                 Colegio Senara (Madrid)  

Ipad, Iphone, Viber, tablets, Pcs, WhatsApp, Adroid, Mp4… Salvo las personas que componen tercera edad (y no todas), casi todo el mundo conoce estos extraños términos, incluso los niños más pequeños. Por ejemplo, mi hermana Covadonga dominaba el uso del móvil de mi madre antes de haber aprendido a leer. No me digan que no resulta impresionante… Sin embargo, más allá de las anécdotas, creo que es necesario preguntarse si la tecnología virtual que nos invade es inocua o si nos puede hacer daño.

Basta echar una mirada por la ciudad: en los autobuses se ven pocas personas que no estén enganchadas a unos cascos de música. Y en cualquier lugar los viandantes están más pendientes del móvil que de la persona que les acompaña al lado. No son pocas las comidas familiares se ven regidas por el tintineo de los avisos de WhatsApp, que también reina en los encuentros de amigos. Esta continua conexión nos hace abandonar nuestras aficiones, romper la profundidad de muchas relaciones, pues se apodera de nuestra voluntad.

¿Quién no ha dejado de cumplir con una obligación porque se le ha pasado el tiempo por culpa del WhatsApp o de los vídeos de You-Tube? Tal vez por un día no pase nada, pero la adicción va sumando horas, el tiempo pasa y no nos damos cuenta de todo lo que podríamos haber realizado de auténtico provecho: cocinar una tarta, terminar una novela, sentarse a escribir, quedar con los amigos (en vez de chatear con ellos) y mil cosas más.

¿Controlamos la tecnología o es ella la que nos domina? Es decisión de cada uno. Ante cualquier estímulo virtual, deberíamos distinguir lo importante de la esclavitud, decidir quién maneja el aparatito.