XIX Edición

Curso 2022 - 2023

Alejandro Quintana

Sonríe 

Yiting Chi, 16 años

Colegio IALE (Valencia)

Sonreír es un gesto que no requiere mucho esfuerzo. Una sonrisa puede ser tanto una contracción sutil de los músculos de la boca, como una intensa tensión que muestra ambas filas de dientes, como la del niño al que le han regalado una chocolatina. No infravaloremos el poder de una sonrisa, aunque parezca un acto aparentemente inane, ya que puede transformar nuestro pequeño mundo en un lugar mejor.

No me olvido de una tarde, en la que volví del colegio desanimada a causa de la desastrosa calificación de un examen de matemáticas. Ignoraba lo que sucedía a mi alrededor, ya que solamente estaba enfocada en mi disgusto, cuando me encontré con mi vecina, que debió notar mi expresión apagada. Enseguida me lanzó una sonrisa genuina, con la que dio inicio a una conversación con la que logró distraerme. En aquel momento, recordé una frase que repite mi madre: <<La vida es como un espejo: te ríes de él y él se ríe de ti; le lloras y él te llora>>. 

Hay días en los que me cuesta un mundo sonreír. Me invaden las preocupaciones o me encuentro especialmente irascible. Sin embargo, sé que si me lo propongo y rescato el preciado acto de sonreír, alejaré los sentimientos negativos para dar paso a las sensaciones positivas. 

Me he dado cuenta de que con cada sonrisa que se intercambian dos personas, surge un sentimiento mutuo de felicidad. No tengo dudas: cuando hago feliz a alguien, participo de su felicidad. Por eso deberíamos sonreír más, con el convencimiento de que contagiaremos alegría.