XIX Edición

Curso 2022 - 2023

Alejandro Quintana

Tita 

María Ortiz

Centro Zalima (Córdoba)

Al escuchar tu nombre en los labios de mamá, sonreí. Enseguida me di cuenta de que se trataba de una sonrisa nostálgica: hace tanto que no estás a nuestro lado… Entonces se me quebró la sonrisa y la mirada se me apagó.

Mamá me contaba una anécdota de la que tú eras la protagonista, en la que la prima y ella te ayudaban a subir las escaleras de madrugada. Intenté recordar tu voz, pero no pude. Entonces me perdí en mis pensamientos y me encontré contigo, con nosotras. Te vi sentada en tú sillón azul. Me enseñabas un rosario de cuentas y me narrabas la vida de Jesús. De pronto, estábamos en el salón. Yo dibujaba y tú hacías pajaritas de papel. Había varias por el suelo. Enseguida te vi tejiendo una bufanda de croché. Yo jugueteaba a tus pies con el ovillo, que me regalaste una vez cortaste el cabo de lana.

Seguí buscando en mi memoria… Leías cuando te interrumpí para que me ayudaras con las tareas del colegio. También te acompañé a la compra. Llevabas tu bolsa de mimbre. El carnicero dijo que soy una muñeca; tú le dices que la muñeca más bonita del mundo. Y, sin quererlo, me topé con mi último recuerdo: en mi primera comunión te sentaste al lado del Tito. Te reíste con un chascarrillo familiar y, cuando acabó la fiesta, te tuvieron que ayudar a salir de casa porque te costaba andar.

Intento buscar algo más que me lleve a ti, algún detalle: tus abrazos, tu olor, la forma de tu sonrisa… pero no encuentro nada y eso me hace sentir culpable.

Vuelvo a la realidad. Toda la mesa se ríe a causa de aquella pequeña historia de la que fuiste protagonista. Al descubrir que sigues presente entre nosotros, me lleno de orgullo. Mamá asegura que se acuerda hasta de la forma de tus ojos. Y realmente la envidio. Ojalá yo también pudiera cerrar los párpados para verte y decir: <<Es como si te tuviera delante, como si te estuviera escuchando>>. Ojalá pudiera oler algún objeto y asegurar que <<huele a la Tita>>. Ojalá pudiera sustituir la memoria de mis rabietas infantiles por uno de tus besos. Ojalá la muerte no fuera tan caprichosa y estas líneas no fueran necesarias en la noche de este sábado, ya que las habría sustituido por una llamada con la que avisarte de que mañana domingo voy a pasar el día contigo. Ojalá estuvieras a mi lado y me dieras alguna lección de vida con la que darte la razón. Ojalá ahora mismo no te echara de menos porque sigues a mi lado.