IX Edición
Curso 2012 - 2013
Treinta días
Tatiana Martínez de las Rivas, 17 años
Colegio Ayalde (Bilbao)
Ya estamos en mayo. Según mi calendario, donde llevo apuntadas en cada una de las casillas los días que faltan para las vacaciones, solo quedan treinta días para el verano. Hay doscientos cuarenta casillas tachadas y treinta por tachar, las peores. Hemos llegado a ese punto del curso en el que no hay mejor definición para nuestra vida escolar que la saturación.
Comenzamos con ilusión nuestro último curso de colegio. Todo sonaba mejor al pensar que era el último escalón. Nos hemos sacado la foto que aparecerá en la revista del colegio, en la que todos parecemos recién levantados de la cama. ¡Qué emoción, nuestra última foto! –se me llenan los ojos de lágrimas-. Atrás queda el festival de Navidad, el último al que llevamos a nuestros padres para vernos entre otros mil niños, casi con prismáticos. Así han pasado los últimos meses, volando de evento en evento, de emoción en emoción.
Después, los temidos exámenes trimestrales, las subidas de nota y la mayor de nuestras pesadillas: Selectividad. La presión es mayor a medida que el tiempo avanza, pues va a decidirse si los esfuerzos han sido en vano o si conseguiremos poner la guinda a las notas de los últimos dos años.
Después de un curso tan duro, nuestras neuronas solo desean que lleguen las vacaciones, poder desconectar y recuperar fuerzas para afrontar la Universidad. Pero nuestro corazón sufre porque poner fin a este curso, significa terminar una etapa marcada por la amistad y el compañerismo, no volveremos a encontrar en el patio. Me temo que la facilidad con la que nos ayudamos los unos a los otros, será sustituida por la competitividad. Los amigos con los que compartimos alegrías y penas en el aula desde que tenemos memoria, se irán a estudiar fuera y nos alejaremos de este lugar tan familiar que con los años se ha convertido en nuestra casa. De modo que hay que aprovechar lo poco que nos queda, porque ya estamos en mayo…