XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

Un día distinto

Miriam Díaz Argelich, 14 años

                 Colegio La Vall (Barcelona)    

Siempre le había gustado caminar por el parque en esa época del año. Mas hoy no lo miraba igual que otras veces; iba sumido en sus preocupaciones, sin pararse a contemplar la belleza del arbolado. Le había venido a la cabeza cuando se vio obligado a recoger sus cosas y decir adiós a sus compañeros. Algunos le dieron palmadas de consuelo y condolencias, pero el más emotivo fue Miguel, con quien entró en la empresa.

¿Quién iba a contratarle ahora? Ya no era joven… No le sería fácil comenzar de nuevo, si es que encontraba otro empleo.

Le habían echado para reducir la plantilla, una realidad que vivían muchas personas en ese tiempo de crisis. Nunca se había imaginado que aquello fuera a afectarle. Sin embargo, ahora sabía que el subsidio del paro no iba a permitirle más gastos que los esenciales. ¿Cómo iba a mantener a su hija?

Tras el cáncer que le había arrebatado a su esposa, solo le quedaba ella y la quería con locura.

Entró en un bar para tomarse un café.

-Un capuchino, por favor.

Sus palabras sonaban en sus oídos, extrañas y lejanas. La camarera, una chica joven y morena, se lo sirvió. Esa imagen le sacó por un momento de su aislamiento y le hizo darse cuenta que la vida continuaba. ¡Él también debía seguir!

Salió del café algo más reconfortado y se dirigió a su casa. Al entrar, una niña de siete años acudió a abrazarle. Le contó tal cantidad de cosas, que por un momento le resultó complicado seguirle el hilo de sus relatos.

Un rato después, cuando la niña ya estaba en la cama, pensó en la suerte que tenía. Abrió el ordenador y empezó a buscar ofertas de trabajo.