XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

Un paseo por tu ciudad

Julia Nieto, 16 años

                  Colegio Zalima (Córdoba)    

Minutos después de recoger a una amiga en la estación de tren, una pareja de turistas franceses, confusos y educados, se acercaron a nosotras para preguntarnos cómo podían dirigirse hacia la Mezquita-Catedral. Después de darles algunas indicaciones, se marcharon agradecidos. Para romper el silencio que nos habían creado, le pregunté con curiosidad a mi amiga:

—¿Has visitado la Mezquita alguna vez?

Me quedé atónita cuando me reconoció que no la conocía.

—La verdad –me dijo- es que no tengo demasiado tiempo para la cultura.

Sus respuestas me dejaron intrigada y de camino a nuestras casas estuvimos hablando de Córdoba, nuestra ciudad, y de los lugares que más encandilan a los turistas que cada año la visitan. Por lo que ella decía, percibí que no conocía auténticamente su ciudad.

No se había dejado perder por las calles de la judería, guiándose por el instinto del "duende cordobés" que se mete dentro de ti a medida que vas entrando por el laberinto de las callejuelas blancas de esta ciudad califal. Nunca había soñado ser la princesa Azahara, que pasea por las ruinas del asentamiento que antes fue suyo y que, por ello, lleva su nombre. No había dejado que el aroma de las flores de los patios le llevaran por las luces y las sombras de este trazado de las tres culturas. No había cogido una pañoleta para medir si la leyenda de la calle del Pañuelo es cierta.

Al llegar a casa, después de darle vueltas a todo lo que habíamos hablado, llegué a una conclusión: es curioso que cuando nos apetece hacer turismo, nos vayamos lo más lejos posible de nuestro lugar de residencia. Incluso, si el bolsillo nos lo permite, escogemos destinos fuera de nuestra ciudad, de nuestro país, persuadidos de que en el extranjero todo tiene que ser más bonito. ¿Acaso conocemos lo nuestro? ¿Nos hemos empapado de nuestra historia? ¿Hemos visitado los rincones más famosos del lugar donde vivimos? ¿Hemos entrado en sus edificios emblemáticos? ¿Y sus museos? ¿Y su gastronomía? ¿Y sus costumbres? ¿Y sus fiestas?...


Tal vez deberíamos aprender a pasear con la mirada puesta en lo que nos rodea, decididos a encontrar la belleza de nuestro pueblo o ciudad.