IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

Una segunda madre

Ainhoa Elizalde, 15 años

                 Colegio Ayalde (Bilbao)  

Soy Juan y tengo treinta y dos años. Nací en un pequeño hospital de Zaragoza. Mi madre era una persona insegura. Por eso, en las primeras pruebas para el seguimiento del embarazo le preguntó al médico si me podría abortar. Una comadrona que se encontraba en la consulta escuchó la conversación, por lo que siguió a mi madre hasta la salida del hospital y allí mismo le habló de otras posibilidades que lograran salvar mi vida. Así que al final nací, claro, aunque mi madre se marchó nada más darme a luz, sin dejar rastro. Como no tenía madre reconocida, acabé en un orfanato en la ciudad.

Allí no era feliz. No me gustaba el ambiente. Además, me pasaba la mayor parte del día enfermo. Gracias al cielo, la responsable del orfanato, al comprobar cómo empeoraba mi salud, decidió trasladarme a Bilbao. Allí crecí e hice buenos amigos. Y mi salud mejoró. Cuando cumplí siete años, me adoptó un matrimonio. No era lo habitual, porque casi siempre prefieren a los más pequeños. De pronto me encontré que tenía dos hermanos, Paula y Fernando, con los que me llevo muy bien. Aunque conseguí ser feliz, algunas noches me daba por llorar al pensar en mi auténtica madre: aunque me hubiese abandonado, yo no lograba cortar el vínculo que me unía a ella.

Terminé una Ingeniería y el pasado año me casé. Mi mujer, María, está esperando gemelos. Vamos a llamarlos Patricia y Miguel.

Aunque no me resultó fácil superar aquel abandono, cada noche le doy gracias a Dios por haber permitido que apareciese aquella comadrona. Por así decirlo, fue ella quien me dio la vida.